miércoles, 3 de junio de 2009

Ha muerto!

Ha muerto y está en el pantano de Dagobah.

Ha muerto, porque no le llega sangre al corazón, además de presentar obstruido el orificio respiratorio izquierdo.

Hablo de mi x-wing. Pasó así (testimonio real dramatizado):

El día 1 del més de Junio del año 2009, a las 9:45am, fuí a coger mi coche para grabar el autoactor de Guille y de paso echar un "ratico de charla" mientras tomábamos nuestros respectivos desayunos.

Introduzco la llave en el huequecillo de meter la llave (también llamado cerradura) del hueco de meter los bultos no-humanos (también llamado maletero). Abro el hueco y deposito en él (en el hueco) "mi" videocámara y mi inseparable maletín. Cierro el hueco de meter bultos no humanos.

Me aproximo al punto perimetral del coche por el que se desliza para entrar la persona que acciona y maneja su maquinaria. Introduzco la llave en el huequecillo de meter la llave que hay en la puerta de entrada al lugar designado, reservado y exclusivo para el conductor (persona (o no) que acciona y maneja la maquinaria del vehículo que en este caso tiene tres ruedas y media (cuatro aparentes y tres efectivas)), y una vez abierta me acomodo en el asiento, que és sorprendemente cómodo las seis primeras horas.

Me abrocho el cinturón. Luego, me pongo el cinturón de seguridad.

Introduzco la llave (la misma para todos los huequecillos) en el huequecillo de meter la llave para el accionamiento del motor de arranque, que a su vez acciona otro motor más gordo.
Giro la llave en el sentido rotatorio de las agujas del reloj. Suena raro, y pienso "hum...".

Repito el proceso y pasa lo mismo. Pienso "hum...".

Después de varios "hum...", advierto la presencia de un geroglífico luminescente en la consola de mandos que claramente indicaba la presencia cercana de robotijos de lata de los `80 con un solo brazo. Miro asustado a mi alrrededor.
Al ver que no hay ninguno cerca, me tranquilizo y pienso "el radar de robots debe estar averiado...". Después, recuerdo que mi coche no contaba con ese complemento en su equipación. Giro la llave en el sentido rotatorio de las agujas del reloj.

No funciona y pienso "hum...".

Se me ocurre que quizás el problema sería la falta de combustible, así que hago lo siguiente (ya a las 10:30am): Llamo al SEAM (Servicio de Emergencias por Averías Mecánicas).

SEAM: Si?
Yo: Hola Guille, Tio, vente pacá y vamos con una garrafilla a la gasolinera, que creo que me he quedado sin gasolina.
(habrán ustedes advertido que utilizo el basto lenguaje popular (y estándar) del lugar, con su gerga y argot a la perfección, cosa de la que me siento orgulloso, aunque no logro pasar desapercibido a causa de mi mala adaptación de mi acentuación mecánica y neutra).
SEAM: Vale, dame veinte minutos. ¿Dónde estás?
Yo: En el coche.
SEAM: (no dice nada)
Yo: ¿Guille?!
SEAM: Que dónde está el coche.
Yo: (le digo la dirección)
SEAM: Venga, voy pallá.
Yo: Mérsi (gracias (soy iniciado en el arte del multilingüismo)).
Fin de la conversación.

Espero treinta y siete (37) minutos sentado dentro del coche, que estaba bajo el sol, acompañado del gracioso tictac de las luces de emergencia y las ventanillas cerradas porque estaban rotas (ahora vendo una preciosa camada de pollos).
Llega Guille con marcas de almohada en un lado de la cara, me abraza y replico el gesto para no parecer descortés. Hablamos un momento y seguidamente gira la llave (que estaba en el huequecillo de la llave para accionar la maquinaria) en el sentido rotatorio de las agujas del reloj y no arranca (...yo ya lo sabía).

Pienso "hum..." y deduzco que él también lo hace.

Repite el proceso y pasa lo mismo. Los dos pensamos "hum...".

Después de buscar, encuentro una garrafa de agua de ocho litros, la vacío y subo (con la garrafa) en el asiento designado para el copiloto (que en realidad no pilota nada); gira su llave (que ya estaba en el huequecillo de la llave) en el sentido rotatorio de las agujas del reloj y éste, a diferencia del mío, arranca. Siento cierta envidia y pienso "hum...".

Nos dirigimos al establecimiento designado para la reposición de combustible SOLO en vehículos, en mecheros te dicen que no te repostan, aunque gracias a los amables dependientes de este tipo de establecimientos he aprendido que para repostar mecheros hay que ir al estanco o a la mierda.

Mierda no aparece en mi GPS.

De vuelta ya a mi vehículo y con cierta dificultad, vuelco el líquido de sabor extraño en el orificio para la entrada de combustible (por este orificio, para que os hagais una idea, no cabe una persona adulta, pero creo que sí un embrión o algún tipo de animal pequeño).

Subimos al coche, giramos (uno giraba y el otro ejecutaba un extraño ritual para la buena suerte que consistía en retorcer en espiral los dedos índice y corazón de todas las manos (dos)) en el sentido rotatorio de las agujas del reloj.

El ritual no funciona y el coche hace lo mismo. Guille y yo pensamos "hum...".

Después de cinco "hum..." mentales, pienso y expreso en voz alta "eso va a ser la bujía", a lo que Guille contesta "no, eso no es".

Le propongo empujar el vehículo y meter la marcha cuando se haya conseguido una velocidad considerable para que la fuerza cinética sea mayor al efecto del freno motor cuando se meta la marcha.

Lo hacemos. Yo empujo y Guille espera preparado en el asiento del piloto para ejecutar la rústica maniobra que tan pocas veces se ha visto en "el coche fantástico".
Se me pasa por la cabeza una idea para una serie televisiva que se llamase "el coche decrépito", que podría co-protagonizar yo junto con mi xwing, para sacarle partido a un coche averiado. Abandono en seguida la idea.

Sigo empujando y empujo cien metros en llano hasta una rotonda, recojo mi hígado y los pulmones del suelo y compruebo con decepción que el coche no ha arrancado.

Me pongo a empujar de nuevo y, de repente y por sorpresa, un híbrido entre He-man y La masa en camiseta de tirantes viene y me ayuda a empujar.
El coche consigue una velocidad que sobrepasa el límite local (fijado en 30km/h), y sigue sin arrancar.
Advierto que He-cosa conserva el hígado en su sitio y le digo entre jadeos de Philip Morris "que fuerte estás, hijo puta!". He-cosa se ríe y en su risa (que era aguda) advierto signos de agotamiento que intentaba disimular. Le "doy" las gracias y se va (no tenía articulación de las rodillas).

Después de minutos caminando, llego a donde había ido a parar el coche, que se encontraba subido en la acera con un Guille dentro.

Llamo al 902 1 365 24 (un teléfono 365 días al año, 24 horas al día (y en los años bisiextos te jodes)), y me mandan una grua de remolcar coches.

Desplazan mi x-wing encima de una mula mecánica a un hangar del taller oficial en este planeta (NASA) para su reparación y yo acudo con Guille a un lugar denominado "Cafetería Adolfo", donde trascurrió el tiempo (unos siete mil doscientos (7.200) segundos) mientras que intercambiábamos frases habladas (unas al azar y otras no); me tomé un café solo con agua solidificada acompañado con dos unidosis de azucar disuelta, y volví a ser persona.

Pienso que sería gracioso que Guille se apellidase Tina.

Me han dicho que la avería es de la bomba de nosequé que no le echa combustible al motor y que es chunga, y que mañana (ya hoy) me darán presupuesto. <---------- (Tengo miedo).

Hace unas horas he colgado un video gilipollas en youtube y he grabado el autoactor de Adrian; ahora intentaré montarlo, pero será un trabajo de días.

Hasta pronto, voy a dormir.

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